OBJETO DE OBSERVACIÓN
Dentro del territorio de las "auras frías" que han protagonizado el Arte de la década de los noventa la fotografía ha alcanzado una nueva dimensión y perspectiva, proporcional a la pérdida de los valores estandarizados que la historia le había asignado. La apropiación que el resto de las artes plásticas tradicionales han hecho del lenguaje de la fotografía, ha permitido una apertura de sus capacidades, difundidas también en el dominio de la imagen mediática. La propuesta que Jordi Guillumet y Mònica Roselló plantean en la instalación "OBJECTE D´OBSERVACIÓ" indica estos argumentos de filtración de la fotografía que pierde su soporte de papel para constituirse en intervención temporal de imágenes no detenidas en una superficie fijada. La fotografía en este caso abandona su soporte habitual y se apropia de las exploraciones espaciales de la imagen.
Sin que nada lo indique, continúan partiendo de un origen fotográfico, referencia obligada de estos dos autores, que se han expresado dentro de su trayectoria a través del dominio de la imagen fotográfica, experimentando al mismo tiempo las capacidades físicas y conceptuales de la misma.
Sea por la vía del tema, como de la presencia Guillumet y Roselló han insistido para abrir los umbrales de la fotografía a indicios subjetivos, procedimientos plásticos y constataciones de la luz entendida como elemento configurador de la presencia del espacio.
Si el origen de ambos artistas es fotográfico, también lo es el género que han empleado en esta instalación, el "retrato", con imágenes de estrellas de cine americano que aparecen sin el valor referencial del reconocimiento, sino como objetos figurados que observan al espectador. De todos los géneros clásicos de la fotografía el retrato es el más difundido y popularizado, y para ambos artistas ha sido siempre este género objeto de análisis y recreación.
Las imágenes, extraídas de publicaciones y sin el interés de original, sino de referencia, permiten situarnos en este terreno de la imagen fotográfica en toda su pureza disciplinaria.
El aspecto sorprendente es, sin embargo, la observación de cómo dos creadores que siempre se han expresado a través de la fotografía, utilizan ahora su propiedad con ésta intervención que quiere huir de su objetualidad. De la misma manera que todos los indicativos son y vienen de la fotografía el visitante se transforma en clave de este procedimiento. La luz que es fundamental para la fotografía se proyecta a través de un recorrido luminoso. El montaje del espejo que al girar constantemente extiende por el espacio la imagen proyectada, lleva implícito el origen de la propia imagen. La proyección continuada de retratos que van y vienen por las paredes y que confluyen en un punto del muro, atraviesan ligeramente los espejos alineados en aquellas paredes que normalmente acogen las obras expuestas. Estos espejos de pequeño formato, regulares en su forma y que el visitante observa con el ánimo de reencontrar algún indicio referencial, reflejan la mirada del espectador al mismo tiempo que este proyecta el itinerario de la luz de la imagen. Observando el retrato el público se reconoce a sí mismo a través de estos espejos y contrasta su imagen con la instalación, integrandose en ella, y al mismo tiempo se enfrenta al resto de los elementos de la misma.
Si la proyección confiere a las imagenes la temporalidad efímera, los espejos actúan también con un tiempo irregular que nunca detiene la instantánea, ni la acota o la delimita. Los autores consiguen de este modo, sin enmarcados, presentar la imagen fotográfica en el terreno de la memoria subjetiva,partiendo de un principio que se desvanece en la acción del espacio y el tiempo.
JOSEP MIQUEL GARCÍA
Director del Centre d´Art Santa Mònica de Barcelona.1998